25 Y cuando Mefiboset fue a Jerusalén para recibir al rey, éste le preguntó:«Mefiboset, ¿por qué no te fuiste conmigo?»
26 Y Mefiboset le respondió:«Su Majestad, ¡mi criado me engañó! Como soy cojo, yo le había ordenado que me aparejara un asno, pues había decidido acompañarte.
27 Creo que mi sirviente te ha hablado mal de mí, pero acepto que hagas conmigo lo que bien te parezca, pues para mí tú eres un ángel de Dios.
28 Comprendo que, a los ojos de Su Majestad, todos los descendientes de mi padre merecían la muerte; sin embargo, tú me permitiste comer a tu mesa. ¿Con qué derecho puedo reclamarle algo a Su Majestad?»
29 Entonces el rey dijo:«¿Para qué seguir hablando? Yo he decidido que tú y Sibá se dividan las tierras.»
30 Pero Mefiboset replicó:«Por mí, él se puede quedar con todo. A mí me basta con que Su Majestad haya vuelto a su palacio en paz.»
31 También Barzilay el galaadita fue desde Roguelín hasta el Jordán, y lo atravesó para encontrarse con el rey y acompañarlo al otro lado del río.