18 ¡Inclina, Dios mío, tu oído, y escúchanos!¡Abre tus ojos, y mira nuestra desolacióny la ciudad sobre la que se invoca tu nombre!¡A ti elevamos nuestros ruegos,no porque confiemos en nuestra justiciasino porque confiamos en tu gran misericordia!
19 ¡Señor, Señor, óyenos y perdónanos!¡Préstanos atención, Señor, y actúa!Por amor a ti mismo, Dios mío, ¡no tardes!,que tu nombre se invoca sobre tu ciudad y tu pueblo.
20 Todavía estaba yo hablando y orando, y confesando mi pecado y el de mi pueblo Israel; todavía estaba yo derramando mi ruego ante el Señor mi Dios en favor de su santo monte,
21 y orando sin cesar, cuando hacia la hora del sacrificio de la tarde vi que Gabriel, el hombre que antes había visto en la visión, volaba hacia mí apresuradamente.
22 Habló conmigo, y me explicó:«Daniel, si he salido ahora ha sido para infundirte sabiduría y entendimiento.
23 La orden fue dada en cuanto tú comenzaste a orar, y yo he venido a explicarte todo, porque Dios te ama mucho. Así que entiende la orden y la visión.
24 »Se ha concedido a tu pueblo y a la santa ciudad un plazo de setenta semanas para poner fin a sus pecados y transgresiones, para que expíen su iniquidad y establezcan la justicia de manera perdurable, y para que sellen la visión y la profecía, y unjan al Santo de los santos.