6 Entonces uno de los serafines voló hacia mí. En su mano llevaba un carbón encendido, que había tomado del altar con unas tenazas.
7 Con ese carbón tocó mi boca, y dijo:«Con este carbón he tocado tus labios, para remover tu culpa y perdonar tu pecado.»
8 Después oí la voz del Señor, que decía:«¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?»Y yo respondí:«Aquí estoy yo. Envíame a mí.»
9 Dijo entonces:«Ve y dile a este pueblo: “Oigan bien, pero no entiendan; vean bien, pero no comprendan.”
10 Entorpece el corazón de este pueblo. Cierra sus oídos, y ciega sus ojos. Que no vea con sus ojos ni oiga con sus oídos, ni entienda con su corazón, para que no se convierta ni sea sanado.»
11 Yo dije:«¿Hasta cuándo, Señor?»Y él respondió:«Hasta que las ciudades se queden asoladas y sin habitantes; hasta que no haya nadie en las casas, y la tierra quede hecha un desierto;
12 hasta que el Señor haya expulsado a la gente y los lugares abandonados se hayan multiplicado en el país.