1 Así ha dicho el Señor:«El cielo es mi trono, y la tierra es el estrado de mis pies. ¿Qué clase de casa podrían edificarme? ¿Qué lugar pueden ofrecerme para mi reposo?
2 Yo hice todo esto con mis propias manos, y fue así como todo llegó a existir. Yo pongo la mirada en los pobres y humildes de espíritu, y en los que tiemblan al escuchar mi palabra.—Palabra del Señor.
3 »Ofrecerme un buey en sacrificio es lo mismo que matar a un hombre; ofrecerme una oveja es lo mismo que degollar un perro; presentarme una ofrenda es lo mismo que ofrecerme sangre de cerdo; quemar incienso es lo mismo que bendecir a un ídolo. Y como ellos optaron por seguir sus propios caminos y prefirieron seguir cometiendo lo que aborrezco,
4 también yo optaré por avergonzarlos y haré que les sobrevenga lo que tanto temían. Porque llamé, y nadie me respondió; hablé, y nadie me hizo caso. Al contrario, hicieron lo malo ante mis propios ojos, y optaron por hacer lo que me desagrada.»