8 ¡Huyan, habitantes de Dedán! ¡Retrocedan, y quédense a vivir en lugares escondidos! Porque cuando yo castigue a Esaú voy a traer sobre él la destrucción.
9 Cuando los vendimiadores recogen uvas, no se llevan todas; y cuando los ladrones asaltan por la noche, tampoco se llevan todo.
10 Pero a Esaú lo voy a dejar desnudo. Encontraré sus escondrijos, y no podrá esconderse de mí. Toda su descendencia, y sus hermanos y vecinos, serán destruidos, y dejará de existir.
11 Pero a sus huérfanos yo los criaré, y sus viudas podrán depender de mí.»
12 Así ha dicho el Señor:«Los que no estaban condenados a beber la copa de mi ira, tuvieron que beberla. Así que tú de ninguna manera serás absuelto, sino que también tendrás que beberla.
13 Yo he jurado por mí mismo, que Bosra quedará asolada y solitaria, y como objeto de oprobio y maldición. ¡Todas sus ciudades quedarán en ruinas para siempre!»—Palabra del Señor.
14 Yo, Jeremías, recibí un mensaje del Señor. Fue el mismo mensaje que había enviado a las naciones, y que decía:«¡Júntense contra Edom, y declárenle la guerra!