10 En la bella Sión, los ancianos se sientan en el suelo;en silencio y vestidos de lutose echan polvo sobre la cabeza.En Jerusalén, las doncellasinclinan humilladas la cabeza.
11 Mis ojos se inundan en lágrimas,mis entrañas se conmueven;mi ánimo rueda por los suelosal ver destruida a mi amada ciudad,¡al ver que los niños de pechodesfallecen por sus calles!
12 A sus madres les preguntan por el trigo y por el vino;se desploman por las calles, como heridos de muerte,y en el regazo de sus madres lanzan el último suspiro.
13 ¿Qué te puedo decir, bella Jerusalén?¿A quién puedo compararte?¿Comparada con quién podría yo consolarte,virginal ciudad de Sión?¡Grande como el mar es tu desgracia!¿Quién podrá sanarte?
14 Tus profetas te hablaron de visiones falsas e ilusorias;tu cautiverio pudo haberse impedido,pero no te señalaron tu pecado;más bien, te engañaron con visiones sin sentido.
15 Al verte, todos los viandantes aplaudían;silbaban y movían con sorna la cabeza,y decían de la ciudad de Jerusalén:«¿Y ésta es la ciudad de hermosura perfecta,la que alegraba a toda la tierra?»
16 Todos tus enemigos abrieron la boca contra ti;rechinando los dientes, decían con sorna:«¡Acabemos con ella!¡Éste es el día esperado!¡Nos ha tocado verlo y vivirlo!»