6 Tampoco hemos buscado recibir honores de ustedes, ni de otros ni de nadie, aun cuando como apóstoles de Cristo podríamos haberles pedido que nos ayudaran.
7 En vez de eso, los hemos tratado con ternura, con el mismo cuidado de una madre por sus hijos.
8 Tan grande es nuestro cariño por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no sólo el evangelio de Dios sino también nuestra propia vida. ¡A tal grado hemos llegado a amarlos!
9 Hermanos, ustedes se acordarán de nuestros trabajos y fatigas, y de cómo noche y día nos dedicamos a predicarles el evangelio de Dios, sin ser una carga para nadie.
10 Ustedes son testigos, y Dios también, de que nos hemos comportado con ustedes los creyentes de manera santa, justa e intachable.
11 Ustedes saben, además, que los hemos exhortado y consolado, como lo hace un padre con sus hijos,
12 y les hemos recomendado vivir con dignidad ante Dios, que los llamó a su reino y gloria.