7 En vez de eso, los hemos tratado con ternura, con el mismo cuidado de una madre por sus hijos.
8 Tan grande es nuestro cariño por ustedes, que hubiéramos querido entregarles no sólo el evangelio de Dios sino también nuestra propia vida. ¡A tal grado hemos llegado a amarlos!
9 Hermanos, ustedes se acordarán de nuestros trabajos y fatigas, y de cómo noche y día nos dedicamos a predicarles el evangelio de Dios, sin ser una carga para nadie.
10 Ustedes son testigos, y Dios también, de que nos hemos comportado con ustedes los creyentes de manera santa, justa e intachable.
11 Ustedes saben, además, que los hemos exhortado y consolado, como lo hace un padre con sus hijos,
12 y les hemos recomendado vivir con dignidad ante Dios, que los llamó a su reino y gloria.
13 Por eso también nosotros siempre damos gracias a Dios de que, cuando ustedes recibieron la palabra de Dios que nosotros les predicamos, no la recibieron como mera palabra humana sino como lo que es, como la palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los creyentes.