10 pero que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Jesucristo, quien quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio,
11 del cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro de los no judíos.
12 Por eso mismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día.
13 Retén la forma de las sanas palabras que oíste de mí, en la fe y en el amor que es en Cristo Jesús.
14 Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que habita en nosotros.
15 Ya sabes que me abandonaron todos los que están en Asia, dos de los cuales son Figelo y Hermógenes.
16 Que el Señor tenga misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me reanimó, y no se avergonzó de mis cadenas,