14 Esa voz le decía al sexto ángel que tenía la trompeta: «Desata a los cuatro ángeles que están atados junto al gran río Éufrates.»
15 Y fueron desatados los cuatro ángeles, los cuales estaban preparados para matar en esa hora y ese día, de ese mes y año, a la tercera parte de la gente.
16 Y oí que el número de las tropas de a caballo era de doscientos millones.
17 Ésta es la visión que tuve de los caballos y sus jinetes: Sus corazas eran rojas como el fuego, azules como el zafiro y amarillas como el azufre. Las cabezas de los caballos parecían cabezas de león, y por el hocico lanzaban fuego, humo y azufre.
18 La tercera parte de la gente murió por causa de estas tres plagas, es decir, por el fuego, por el humo y por el azufre que lanzaban por el hocico.
19 Y es que los caballos tenían poder en el hocico y en la cola, pues su cola parecía serpiente, y el daño lo causaban con la cabeza.
20 El resto de la gente, los que no murieron por estas plagas, ni aun así se arrepintieron de su maldad, ni dejaron de adorar a los demonios ni a las imágenes de oro, plata, bronce, piedra y madera, las cuales no pueden ver ni oír ni caminar.