4 pero con la orden de no dañar la hierba ni los árboles, ni nada que tuviera verdor, sino sólo a quienes no tuvieran en la frente el sello de Dios.
5 No se les permitió matar a nadie, sino sólo hacer sufrir a la gente durante cinco meses con el mismo dolor de una picadura de escorpión.
6 Durante ese tiempo la gente intentará morir, pero no lo conseguirá; deseará la muerte, pero ésta huirá de ellos.
7 Las langostas tenían el aspecto de caballos preparados para la guerra; en la cabeza llevaban algo parecido a una corona de oro, y sus caras eran semejantes a los rostros humanos.
8 Sus crines parecían cabelleras de mujer, y sus dientes eran como los colmillos de los leones.
9 Su caparazón parecía una coraza de hierro, y con sus alas producían un estruendo semejante al de muchos carros y caballos que corren a la batalla.
10 Sus colas y aguijones eran como de escorpiones, y con su cola podían dañar a la gente durante cinco meses.