1 Todo sumo sacerdote es elegido entre los hombres, y constituido a favor de los hombres ante la presencia de Dios, para presentar ofrendas y sacrificios por los pecados
2 y para mostrarse paciente con los ignorantes y extraviados, ya que él mismo adolece de la debilidad humana.
3 Por eso mismo debe presentar una ofrenda por sus propios pecados, así como por los del pueblo.
4 Pero nadie puede tomar este honor por cuenta propia, sino sólo el que es llamado por Dios, como en el caso de Aarón.
5 Tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino que ese honor se lo dio el que le dijo:«Tú eres mi Hijo,yo te he engendrado hoy»,