21 a los judíos y a los no judíos que deben volverse a Dios, y tener fe en nuestro Señor Jesucristo.
22 Ahora voy a Jerusalén, llevado por el Espíritu, pero no sé lo que allá me espera,
23 a no ser lo que el Espíritu Santo me ha confirmado en todas las ciudades, de que me esperan cárceles y tribulaciones.
24 Pero eso a mí no me preocupa, pues no considero mi vida de mucho valor, con tal de que pueda terminar con gozo mi carrera y el ministerio que el Señor Jesús me encomendó, de hablar del evangelio y de la gracia de Dios.
25 Yo sé que no me volverá a ver ninguno de ustedes, entre quienes he estado proclamando el reino de Dios;
26 por lo tanto, puedo asegurarles que estoy limpio de la sangre de todos,
27 pues no me he negado a anunciarles el plan de Dios.