38 Porque no he descendido del cielo para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.
39 Y ésta es la voluntad del que me envió: Que de todo lo que él me dio, yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final.
40 Y ésta es la voluntad de mi Padre: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el día final.»
41 Los judíos murmuraban acerca de él, porque había dicho: «Yo soy el pan que descendió del cielo.»
42 Y decían: «¿Acaso no es éste Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? Entonces ¿cómo puede decir: “Del cielo he descendido”?»
43 Jesús les respondió: «No estén murmurando entre ustedes.
44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trae. Y yo lo resucitaré en el día final.