2 Por la mañana Jesús volvió al templo, y todo el pueblo se le acercó; y él se sentó y les enseñaba.
3 Entonces los escribas y los fariseos le llevaron a una mujer que había sido sorprendida cometiendo adulterio. La pusieron en medio,
4 y le dijeron: «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio.
5 En la ley, Moisés nos ordenó apedrear a mujeres como ésta. ¿Y tú, qué dices?»
6 Ellos decían esto para ponerle una trampa, y así poder acusarlo. Pero Jesús se inclinó y, con el dedo, escribía en el suelo.
7 Como ellos insistían en sus preguntas, él se enderezó y les dijo: «Aquel de ustedes que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra.»
8 Y Jesús volvió a inclinarse, y siguió escribiendo en el suelo.