25 Pero Abrahán le dijo: “Hijo mío, acuérdate de que, mientras vivías, tú recibiste tus bienes y Lázaro recibió sus males. Pero ahora, aquí él recibe consuelo y tú recibes tormentos.
26 Pero, además, hay un gran abismo entre ustedes y nosotros, de manera que los que quieran pasar de aquí a donde están ustedes, no pueden hacerlo; ni tampoco pueden pasar de allá para acá.”
27 Aquél respondió: “Padre, entonces te ruego que envíes a Lázaro a la casa de mi padre,
28 donde tengo cinco hermanos, para que les advierta, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.”
29 Pero Abrahán le respondió: “Pero ellos tienen a Moisés y a los profetas. ¡Que los escuchen!”
30 Y aquél contestó: “No lo harán, padre Abrahán. Pero si alguien de entre los muertos va a ellos, sí se arrepentirán.”
31 Abrahán le dijo: “Si no han escuchado a Moisés y a los profetas, tampoco se van a convencer si alguien se levanta de entre los muertos.”»