8 pero nadie puede domesticar a la lengua. Ésta es un mal indómito, que rebosa de veneno mortal.
9 Con la lengua bendecimos al Dios y Padre, y con ella maldecimos a los seres humanos, que han sido creados a imagen de Dios.
10 De la misma boca salen bendiciones y maldiciones. Hermanos míos, ¡esto no puede seguir así!
11 ¿Acaso de una misma fuente puede brotar agua dulce y agua amarga?
12 No es posible, hermanos míos, que la higuera dé aceitunas, o que la vid dé higos. Ni tampoco puede ninguna fuente dar agua salada y agua dulce.
13 ¿Quién de ustedes es sabio y entendido? Demuéstrelo con su buena conducta, y por medio de actos realizados con la humildad propia de la sabiduría.
14 Pero si ustedes abrigan en su corazón amargura, envidia y rivalidad, no tienen de qué presumir y están falseando la verdad.