7 Y lo vi que llegó junto al carnero, y se levantó contra él, y lo hirió, y quebró sus dos cuernos, porque en el carnero no había fuerzas para pararse delante de él; lo derribó por tanto en tierra, y lo pisoteó; y no hubo quien librase al carnero de su mano.
8 Y el macho cabrío se engrandeció en gran manera; y estando en su mayor fuerza, aquel gran cuerno fue quebrado, y en su lugar subieron otros cuatro cuernos notables hacia los cuatro vientos del cielo.
9 Y de uno de ellos salió un cuerno pequeño, el cual creció mucho al sur, y al oriente, y hacia la tierra gloriosa.
10 Y se engrandeció hasta el ejército del cielo; y parte del ejército y de las estrellas echó por tierra, y las pisoteó.
11 Aun contra el príncipe de la fortaleza se engrandeció, y por él fue quitado el continuo sacrificio, y el lugar de su santuario fue echado por tierra.
12 Y el ejército le fue entregado a causa de la prevaricación sobre el continuo sacrificio; y echó por tierra la verdad, e hizo cuanto quiso, y prosperó.
13 Y oí a un santo que hablaba; y otro de los santos dijo a aquél que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora que pone el santuario y el ejército para ser hollados?