3 Que todo el tiempo que mi alma esté en mí, y haya hálito de Dios en mis narices,
4 mis labios no hablarán iniquidad, ni mi lengua pronunciará engaño.
5 Nunca tal acontezca que yo os justifique; hasta que muera no quitaré de mí mi integridad.
6 Mi justicia tengo asida, y no la cederé: No me reprochará mi corazón en el tiempo de mi vida.
7 Sea como el impío mi enemigo, y como el inicuo mi adversario.
8 Porque ¿cuál es la esperanza del impío, por mucho que hubiere robado, cuando Dios requiera su alma?
9 ¿Oirá Dios su clamor cuando la tribulación sobre él viniere?