25 ¿No lloré yo al afligido? ¿No se entristeció mi alma sobre el menesteroso?
26 Cuando esperaba yo el bien, entonces vino el mal; y cuando esperaba luz, la oscuridad vino.
27 Mis entrañas hierven, y no reposan; días de aflicción me han sobrevenido.
28 Denegrido ando, y no por el sol; me he levantado en la congregación y he clamado.
29 He venido a ser hermano de los dragones, y compañero de los búhos.
30 Mi piel está denegrida sobre mí, y mis huesos se han quemado del calor.
31 Y se ha vuelto mi arpa en luto, y mi flauta en voz de lamentadores.