24 La tierra es entregada en manos de los impíos, y Él cubre el rostro de sus jueces. Si no es Él, ¿quién es? ¿Dónde está?
25 Mis días son más ligeros que un correo; Huyen, y no ven el bien.
26 Pasan cual naves veloces: Como el águila que se lanza sobre su presa.
27 Si digo: Olvidaré mi queja, dejaré mi triste semblante y me esforzaré;
28 entonces me turban todos mis dolores; sé que no me tendrás por inocente.
29 Si soy impío, ¿Para qué, pues, trabajaré en vano?
30 Aunque me lave con aguas de nieve, y limpie mis manos con la limpieza misma,