31 regocijándome en la parte habitable de su tierra; teniendo mis delicias con los hijos de los hombres.
32 Ahora pues, hijos, oídme; y bienaventurados los que guardaren mis caminos.
33 Atended el consejo, y sed sabios, y no lo menospreciéis.
34 Bienaventurado el hombre que me oye, velando a mis puertas cada día, aguardando a los umbrales de mis puertas.
35 Porque el que me hallare, hallará la vida, y alcanzará el favor de Jehová.
36 Mas el que peca contra mí, defrauda su alma: Todos los que me aborrecen, aman la muerte.