1 En esto, juntándose una innumerable multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es hipocresía.
2 Porque nada hay encubierto, que no haya de ser revelado; ni oculto, que no haya de saberse.
3 Por tanto, lo que dijisteis en tinieblas, a la luz será oído; y lo que hablasteis al oído en las alcobas, será pregonado en las azoteas.
4 Y yo os digo, amigos míos: No temáis a los que matan el cuerpo, y después nada más pueden hacer.
5 Mas os enseñaré a quién debéis temer: Temed a Aquél que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en el infierno: Sí, os digo: A Éste temed.