21 Mas Él, amonestándoles, les mandó que a nadie dijesen esto,
22 diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre padezca muchas cosas, y sea rechazado por los ancianos, y por los príncipes de los sacerdotes y por los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día.
23 Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame.
24 Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; y el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.
25 Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y se pierde a sí mismo, o se destruye?
26 Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de éste se avergonzará el Hijo del Hombre cuando viniere en su gloria, y en la del Padre, y de los santos ángeles.
27 Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios.