27 y mi corazón se engañó en secreto, y mi boca besó mi mano,
28 esto también fuera maldad comprobada; porque habría negado al Dios soberano.
29 Si me alegré en el quebrantamiento del que me aborrecía, y me regocijé cuando le halló el mal;
30 que ni aun entregué al pecado mi paladar, pidiendo maldición para su alma;
31 cuando mis domésticos decían: ¡Quién nos diese de su carne! Nunca nos hartaríamos.
32 El extranjero no tenía fuera la noche; mis puertas abría al caminante.
33 Si encubrí, como los hombres mis prevaricaciones, escondiendo en mi seno mi iniquidad;