31 Mas procurad el Reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas.
32 No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el Reino.
33 Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe.
34 Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón.
35 Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidos;
36 y vosotros semejantes a hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y tocare, luego le abran.
37 Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando; de cierto os digo, que él se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá.