1 Amonéstales que se sujeten a los príncipes y potestades, que obedezcan, que estén prontos a toda buena obra.
2 Que a nadie infamen, que no sean pendencieros, sino modestos, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.
3 Porque también éramos nosotros locos en otro tiempo, rebeldes, errados, sirviendo a las concupiscencias y los deleites diversos, viviendo en malicia y en envidia, aborrecibles, aborreciéndonos los unos a los otros.
4 Pero cuando se manifestó la bondad del Salvador nuestro Dios, y su amor para con los hombres,
5 no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia, nos salvó por el lavamiento de la regeneración, y de la renovación del Espíritu Santo;
6 el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesús, el Cristo, nuestro Salvador,
7 para que, justificados por su gracia, seamos hechos herederos según la esperanza de la vida eterna.