39 El templo quedó en ruinasy en completo abandono.Sus fiestas parecían funeralesy el culto del sábado daba pena.La gran ciudad quedó humillada.
40 Su humillación fue tan grandecomo una vez lo fue su grandeza.¡Su alegría se convirtió en tristeza!
41 El rey Antíoco envió un mensaje a todos los pueblos que estaban bajo su poder. En él se ordenaba que todos debían tener las mismas costumbres. Así ningún pueblo sería diferente de los demás.
42 Por eso, cada pueblo debía abandonar sus propias leyes y costumbres.Las naciones que no creían en Dios aceptaron la decisión del rey.
43 Incluso algunos israelitas comenzaron a practicar la religión del rey, y dejaron de celebrar el día sábado, el cual debían dedicar al descanso y a la adoración a Dios. Además, ofrecían sacrificios a los dioses de otras naciones.
44 Para que los israelitas conocieran la decisión del rey, éste envió mensajeros a Jerusalén y a las demás ciudades de Judea. En el mensaje el rey ordenaba que abandonaran sus costumbres y se comportaran como los que no creen en Dios.
45-46 También les prohibía que ofrecieran sacrificios y ofrendas en el templo de Jerusalén. Todo esto, para que los israelitas no respetaran lo que era sagrado para ellos: el sábado, sus fiestas religiosas y su templo.