40 Cada año les daré de mis propios tesoros ciento sesenta y cinco kilos de plata, que se tomarán de donde sea más conveniente.
41 Además, les daré todo lo que ha sobrado de las contribuciones de los funcionarios, lo cual dejaron de pagarme en años anteriores, y así tendrán dinero para los trabajos del templo.
42 »Como ustedes saben, del dinero que se recoge en el templo tenían que pagarme cincuenta y cinco kilos de plata cada año. Pues bien, de ahora en adelante ya no tendrán que pagar dicho impuesto. Ese dinero se les entregará a los sacerdotes que trabajan en el templo.
43 »Si alguno de ustedes no ha pagado los impuestos y busca protección en cualquier lugar del templo de Jerusalén, se le perdonará la deuda, y ninguno de sus bienes será tomado como pago.
44-45 »Todo lo que necesiten para reconstruir el templo y las murallas de Jerusalén, así como las murallas de otras ciudades de Judea, será pagado de mi propio tesoro».
46 Cuando Jonatán y el pueblo oyeron este mensaje, no creyeron ni una palabra, pues no se habían olvidado de todo lo que el rey Demetrio los había hecho sufrir. Por eso rechazaron la propuesta de Demetrio
47 y decidieron aceptar la del rey Alejandro. Lo que él ofrecía les pareció mejor, y por eso se convirtieron en sus fieles aliados.