2 Por eso envió a algunos hombres a Roma, y aprovechó la oportunidad para enviar cartas a la ciudad de Esparta y a otras ciudades del imperio.
3 Cuando los mensajeros israelitas llegaron a Roma, fueron a la gran asamblea y, después de solicitar audiencia, dijeron:«Jonatán, el jefe de nuestros sacerdotes, y la nación de los israelitas, nos han enviado a renovar el tratado de amistad que nos ha unido desde hace algún tiempo».
4 Entonces, los miembros de la gran asamblea de Roma entregaron un documento a los mensajeros, para que lo mostraran a los gobernadores de las diferentes provincias. En ese documento, llamado salvoconducto, la gran asamblea pedía a los gobernadores que permitieran a los mensajeros israelitas continuar su viaje en paz hasta Judea. En el camino a Judea, los mensajeros pasaron por Esparta,
5 y entregaron allá la carta que Jonatán había enviado, la cual decía:
6 «Yo, Jonatán Macabeo, junto con el jefe de los sacerdotes, los jefes del pueblo, los sacerdotes y todo el pueblo israelita, saludo a nuestros compatriotas que viven en Esparta.
7 Hace ya algún tiempo, Ario, que es el rey de ustedes, le envió una carta a Onías, que era el jefe de nuestros sacerdotes. Les enviamos copia de esa carta en la que Ario decía que ustedes nos consideraban sus buenos amigos.
8 Onías recibió con honores al representante de ustedes, y aceptó la carta en la que nos proponían una alianza de amistad y de defensa mutua.