42 »Los judíos quisieron que Simón Macabeo fuera su jefe militar y que se preocupara por el cuidado del templo. Él debía nombrar a los encargados de los trabajos en el templo, y también a los que debían encargarse de la administración del país, de las armas y de los lugares fortificados.
43 Todos los documentos oficiales llevarían el nombre de Simón. Además él se pondría ropas como las que usan los reyes y llevaría el broche de oro. Los judíos también ordenaron que todos debían obedecerlo.
44 »Por lo tanto, ninguna persona puede oponerse a estas leyes. Nadie puede hacer reuniones sin el permiso de Simón, ni vestir ropas como las del rey o tener un broche de oro. Todos deben obedecer a Simón.
45 La persona que desobedezca estos decretos será castigada».
46 Todo el pueblo estuvo de acuerdo en que Simón tuviera el derecho de actuar según lo que aquí se ha escrito.
47 Simón, por su parte, aceptó ser el jefe de los sacerdotes, el jefe del ejército, y el gobernador del pueblo. Así él quedó al frente de todo y de todos.
48 En la reunión se pusieron de acuerdo para que este agradecimiento fuera grabado sobre placas de bronce. Estas placas debían colocarse en el templo, en un lugar donde todos las pudieran leer.