32 Llénalos de miedo, acaba con su orgullo para que se queden sin fuerzas; derrótalos de tal manera que no puedan recuperarse.
33 Nosotros te amamos; te ruego que nos uses para derrotarlos. Así, todos los que te conocen entonarán cantos de alabanza».
34 Los israelitas y el ejército de Lisias se lanzaron a la batalla. Los israelitas ganaron y mataron a unos cinco mil soldados del ejército enemigo.
35 Al ver Lisias que Judas y los israelitas eran muy valientes y que no les importaba morir, huyó hacia Antioquia, la capital de su país. Allí contrató más soldados para formar un ejército más grande y volver a Judea para pelear contra los israelitas.
36 Después de vencer a sus enemigos, Judas y sus hermanos decidieron ir a purificar el templo, para dedicarlo de nuevo a Dios.
37 Todos los soldados del ejército se reunieron y fueron a Jerusalén.
38 Al llegar, encontraron el templo abandonado y en ruinas: en el altar se habían presentado ofrendas a otros dioses, las puertas habían sido quemadas, los patios parecían un monte lleno de hierba, y los cuartos de los sacerdotes habían sido destruidos.