37 Cada elefante llevaba encima una torre de madera, y en cada una de ellas iban tres guerreros, además del que guiaba al elefante.
38 A los demás soldados de caballería, el rey Antíoco Quinto los puso a los dos lados del ejército de infantería, para que defendieran a los batallones.
39 Cuando los rayos del sol pegaban en los escudos de oro y bronce, su reflejo se veía en las montañas, de modo que éstas parecían antorchas encendidas.
40 Una parte del ejército avanzaba desde lo alto de la montaña, y la otra desde el valle. Todos los soldados marchaban en orden y muy confiados.
41 Los israelitas sintieron mucho miedo porque aquél era un ejército enorme y muy poderoso.
42 A pesar de todo, Judas Macabeo se adelantó con sus tropas, y mató a seiscientos soldados del ejército enemigo.
43 Mientras tanto su hermano Eleazar, también llamado Avarán, vio un elefante mejor equipado que los otros, y pensó que en él iba el rey Antíoco.