47 A los israelitas no les quedó más remedio que retirarse de la batalla, pues el ejército del rey Antíoco Quinto era muy poderoso y atacaba con mucha fuerza.
48 El ejército de Antíoco persiguió a los israelitas hasta Jerusalén. Las tropas se colocaron en Judea y alrededor de Jerusalén.
49 Ése era el año en que los israelitas no sembraban sus campos, sino que dejaban descansar la tierra, y por ello no tenían suficientes alimentos para resistir un ataque. Por esa razón, la gente de Bet-sur salió de su ciudad, se rindió y el rey Antíoco hizo la paz con ellos.
50 Entonces, el rey se apoderó de la ciudad y dejó allí tropas para que la cuidaran.
51 Luego, Antíoco Quinto decidió atacar a los israelitas que estaban en el templo de Jerusalén. Los rodeó y amontonó objetos para que su ejército se ocultara y protegiera. También usó todo tipo de máquinas de guerra, para lanzar piedras y flechas encendidas.
52 Los israelitas también construyeron máquinas de guerra para defenderse. Por eso los combates duraron mucho tiempo.
53 Pero los alimentos comenzaron a faltar, pues era un año en que los israelitas dejaban descansar la tierra. Además, tuvieron que compartir la comida que tenían con los israelitas que habían llegado de los países paganos.