7 También le contaron que los judíos habían destruido el horrible ídolo que él había puesto sobre el altar del templo de Jerusalén, que habían reconstruido las murallas del templo, dejándolas a la misma altura que tenían antes, y que además habían construido una muralla alrededor de la ciudad de Bet-sur.
8 Al oír estas noticias, y viendo que nada le salía como él quería, el rey Antíoco se entristeció. Fue tanto su pesar que se enfermó y tuvo que guardar reposo
9 por muchos días. Tan mal se sintió que pensó que se iba a morir.
10 Por eso, llamó a todos sus amigos y les dijo:«Estoy tan triste que ya no puedo dormir.
11 No termino de preguntarme por qué sufro tanto, si soy tan poderoso y apreciado por todos.
12 Pero ahora recuerdo todo el mal que hice en Jerusalén, cómo me apoderé de todos sus utensilios de oro y plata, y cómo mandé matar sin razón a mucha gente de Judea.
13 Por eso me estoy muriendo de tristeza, y voy a morir en un país que no es el mío».