17 «Dios nuestro,los cadáveres de los que te eran fieleshan quedado tirados por todas partes.Su sangre ha sido derramadapor toda la ciudad de Jerusalén,¡y no hay quien los entierre!»
18 Al ver esto, todo el pueblo sintió mucho miedo y se decían unos a otros: «¡Esos hombres no son honestos! ¡No cumplieron el pacto que habían hecho bajo juramento!»
19 Después de esto, Báquides salió de Jerusalén y puso su campamento en Betzet. Desde allí ordenó que apresaran a mucha gente importante que se le había unido, y también a algunas personas del pueblo. Después mandó que los mataran y los arrojaran en un pozo profundo.
20 Antes de regresar junto al rey Demetrio, Báquides puso esa región bajo el mando de Alcimo y le dejó un ejército para que lo apoyara.
21 Alcimo luchó para que lo reconocieran como jefe de los sacerdotes.
22 También buscó el apoyo de los rebeldes del pueblo. Así se adueñaron del territorio de Judea, y causaron grandes daños a Israel.
23 Judas Macabeo se dio cuenta de todo el daño que Alcimo y su gente le estaban causando al pueblo de Israel. ¡El daño que éstos le causaron al pueblo fue peor que el causado por los que no creían en Dios!