29 Efectivamente, Nicanor fue a encontrarse con Judas. Los dos se saludaron amigablemente, pero los enemigos ya estaban listos para llevarse preso a Judas.
30 Pero Judas se dio cuenta de que era una trampa, y ya no quiso volver a encontrarse con Nicanor.
31 Cuando Nicanor vio que lo habían descubierto, decidió atacar a Judas en Cafarsalama, un lugar cerca de Jerusalén.
32 Pero unos quinientos soldados del ejército de Nicanor murieron en la batalla. Los que se salvaron corrieron a esconderse en el cuartel de Jerusalén.
33 Después de esto, Nicanor fue a Jerusalén. Al llegar, algunos de los sacerdotes y jefes del pueblo salieron a recibirlo amistosamente. Incluso le mostraron la ofrenda quemada que estaban presentando a favor del rey.
34 Pero Nicanor se burló de ellos, les escupió la cara, los insultó y les habló con mucha soberbia.
35 Lleno de rabia, les juró: «Si no me entregan a Judas y a su ejército ahora mismo, les juro que cuando termine la guerra, regresaré y quemaré este templo». Y se marchó muy enojado.