10 Pero los romanos descubrieron sus planes. Entonces enviaron a un solo general para pelear contra ellos, y ese general los derrotó y mató a muchos; luego se apoderó de sus riquezas, y se llevó prisioneros a las mujeres y a los niños. Además, derribó las murallas de sus ciudades, tomó el control del país, y esclavizó a sus habitantes. La situación se mantuvo así hasta el tiempo en que se escribió este relato.
11 Judas también llegó a saber que los romanos habían dominado muchas islas y países, y habían hecho esclavos a todos los que intentaron rebelarse contra ellos. Pero también escuchó que los romanos eran muy amistosos con quienes los apoyaban y buscaban su ayuda.
12 Así era como los romanos habían conquistado reinos cercanos y lejanos. Y todos los que oían hablar de ellos, temblaban de miedo.
13 Los romanos eran tan poderosos que podían hacer rey de un país a quien quisieran. Pero también podían quitarle el reino, si ese rey no era de su agrado.
14 A pesar de ser tan poderosos, ningún romano se ponía la corona ni se vestía como rey.
15 Más bien, tenían un grupo de consejeros, compuesto por trescientos veinte hombres, al que llamaban «senado». Este grupo se ocupaba del bienestar de la gente, y decidía qué hacer para mantener la paz y el orden en el país.
16 Cada año nombraban a alguien para que gobernara el imperio, y todos reconocían su autoridad y le obedecían, sin que hubiera envidias ni peleas entre ellos.