5 Mientras tanto, Judas y tres mil de sus mejores soldados habían acampado en la llanura de Elasá;
6 pero al ver que sus enemigos eran tan numerosos, sintieron miedo y muchos huyeron. En el campamento sólo quedaron ochocientos soldados.
7 Al ver huir a tantos soldados, Judas se desanimó mucho, pues la batalla no podía evitarse y ya no había tiempo para reunir a los que habían huido.
8 Pero sobreponiéndose al desánimo, Judas dijo a los que se habían quedado:—¡Vamos a luchar contra nuestros enemigos! ¡Creo que podemos vencerlos!
9 Ellos, con la esperanza de convencerlo, le dijeron:—¡Eso es imposible, pues somos muy pocos! ¡Es mejor que escapemos y nos pongamos a salvo! Más tarde podemos regresar, y con el apoyo de nuestros compatriotas pelearemos contra nuestros enemigos.
10 Pero Judas insistió:—¡Nuestro honor está en juego! Yo jamás le daré la espalda al enemigo. Si nos ha llegado la hora de morir, moriremos peleando por nuestros compatriotas.
11 El ejército enemigo salió de su campamento y se plantó frente a los judíos. Los que iban a caballo se dividieron en dos grupos; adelante iban los que llevaban las hondas y los arcos, y detrás de ellos marchaban los soldados más valientes.