30 Saúl le rogó:—Reconozco mi pecado pero, por favor, ¡trátame como rey delante de los jefes del pueblo y de toda la gente! ¡Ven conmigo y hagamos un culto para adorar a Dios!
31 Samuel aceptó ir con Saúl, y los dos adoraron a Dios.
32 Luego, Samuel ordenó: «¡Tráiganme a Agag, el rey de los amalecitas!»Mientras lo llevaban ante Samuel, Agag pensó que ya no lo iban a matar.
33 Pero Samuel dijo: «Así como muchas mujeres sufrieron cuando mataste a sus hijos, así también va a sufrir tu madre, pues te voy a matar».Y allí mismo en Guilgal, en presencia de Dios, Samuel cortó en pedazos a Agag.
34 Luego Samuel regresó a Ramá, y Saúl se fue a Guibeá, que era donde vivía.
35 Samuel jamás volvió a ver a Saúl, aunque siempre sintió por él una gran tristeza. Y también a Dios le causó pesar el haber puesto a Saúl como rey de Israel.