14 Desde entonces David se escondía en las cuevas bien protegidas que había en el desierto de Zif. Y aunque Saúl lo buscaba todo el tiempo, Dios no dejaba que lo encontrara.
15 Una vez David estaba en Hores, en el desierto de Zif, y llegó a saber que Saúl lo andaba buscando para matarlo.
16 Pero Jonatán fue a Hores para ver a David, y lo animó a tener confianza en Dios.
17 Le dijo:—No tengas miedo. Mi padre no va a poder encontrarte. Además, hasta él sabe que tú vas a ser rey de Israel, y que yo seré menos importante que tú.
18 Ese día renovaron su pacto de amistad delante de Dios. Después de eso, David se quedó en Hores y Jonatán regresó a su casa.
19-20 En otra ocasión, algunas personas de Zif fueron a Guibeá y le dijeron a Saúl:—David está escondido en nuestra tierra, en las cuevas de Hores. Cuando Su Majestad quiera venir, se lo entregaremos. Está en el cerro de Haquilá, al sur del desierto.
21 —¡Que Dios los bendiga por tenerme compasión! —les dijo Saúl.