11-15 »¡Vea Su Majestad lo que tengo en la mano! Es un pedazo de su manto, que yo mismo corté. Con esto podrá ver Su Majestad que no quiero matarlo.»Yo no le he causado ningún mal a Su Majestad; sin embargo, Su Majestad me anda persiguiendo y quiere matarme, ¡a mí, que no valgo más que un perro muerto o una pulga!»¡Que Dios juzgue entre nosotros dos, y vea quién está haciendo mal! ¡Que Dios castigue a Su Majestad por lo mal que se ha portado conmigo, y no permita que me atrape!»Bien dice el antiguo refrán, que “del malvado sólo se puede esperar maldad”. Yo, por mi parte, ¡nunca le haré daño a Su Majestad!
16 Cuando David terminó de hablar, Saúl dijo: «¡Pero si es David en persona!» Luego empezó a llorar a gritos,
17 y le dijo a David:—Tú, David, eres más bueno que yo. Aunque te he hecho mucho mal, tú siempre me has hecho el bien.
18 Hoy me doy cuenta de que me has tratado con bondad, aun cuando Dios te dio la oportunidad de matarme.
19 »Si alguien puede matar a su enemigo, no lo deja ir con vida. Por eso le pido a Dios que te recompense con muchas cosas buenas, por lo bien que hoy me has tratado.
20 »Yo sé muy bien que llegarás a ser rey, y que al pueblo de Israel le irá muy bien contigo.
21 Por eso, júrame por Dios que no acabarás con mis hijos ni con mis nietos, y que no harás que mi familia se olvide de mí.