14 —¿Y cómo es él? —le preguntó Saúl.—Es un anciano vestido con una capa —respondió ella.Al darse cuenta Saúl de que se trataba de Samuel, se inclinó de cara al suelo.
15 Samuel le preguntó:—Saúl, ¿por qué me llamaste? ¿Por qué no me dejas descansar?—Estoy desesperado —contestó Saúl—. Los filisteos me hacen la guerra, y Dios me ha abandonado. Ya no me responde, ni en sueños ni por medio de profetas. Por eso te he llamado, para que me digas qué debo hacer.
16 Y Samuel le dijo:—Si Dios te ha abandonado, y ahora es tu enemigo, ¿para qué me consultas?
17-18 »Dios está haciendo contigo lo que ya te había dicho yo que iba a hacer. Por haberlo desobedecido y no haber matado a todos los amalecitas, Dios te ha quitado el reino y se lo ha dado a David.
19 »Además, los filisteos vencerán mañana a los israelitas, y tú y tus hijos morirán y vendrán a hacerme compañía.
20 Al oír estas palabras de Samuel, Saúl sintió mucho miedo y se desmayó. Las fuerzas le faltaron, pues no había comido nada en todo el día.
21 La mujer se acercó a Saúl y, al verlo tan espantado, le dijo:—Yo sólo hice lo que usted me pidió, pues estoy para servirle. Por obedecerlo, he arriesgado mi vida.