4 También ofreció sacrificios y quemó incienso a los dioses en los pequeños templos de las colinas y bajo la sombra de los grandes árboles.
5-6 Para aquel tiempo, Resín, rey de Siria, había recuperado para su país la ciudad de Elat, y había expulsado de ella a los de Judá. Hasta el momento en que esto se escribió, los sirios continuaban viviendo allí. Después de esto, Resín y Pécah, rey de Israel, marcharon hacia Jerusalén con el fin de atacarla. Sin embargo, aunque rodearon la ciudad, no pudieron vencer a Ahaz.
7-8 Entonces Ahaz tomó oro y plata del templo de Dios y del tesoro del palacio, y se lo envió de regalo a Tiglat-piléser, rey de Asiria, junto con este mensaje: «Yo soy tu humilde servidor y sólo en ti encuentro protección. Ven y líbrame de los reyes de Siria y de Israel, pues me están atacando».
9 Tiglat-piléser decidió ayudar a Ahaz, y atacó la ciudad de Damasco, capital de Siria. Conquistó la ciudad, mató al rey Resín, y luego se llevó prisioneros a los habitantes y los dejó en Quir.
10 Cuando el rey Ahaz fue a Damasco para encontrarse con Tiglat-piléser, vio un altar que había allí y le gustó. Entonces le envió al sacerdote Urías un dibujo exacto de ese altar con todos sus detalles.
11 Urías construyó un altar siguiendo las instrucciones que Ahaz le había mandado, y lo terminó antes de que éste regresara.
12 Cuando Ahaz regresó de Damasco fue a ver el altar,