21 Entonces Guehazí siguió a Naamán, y cuando éste vio que Guehazí corría tras él, se bajó del carro y le preguntó:—¿Está todo bien?
22 Guehazí contestó:—Sí, todo está bien. Eliseo me envió a decirle que dos profetas jóvenes acaban de llegar de las montañas de Efraín. Él le ruega que les dé tres mil monedas de plata y dos vestidos completos.
23 Naamán dijo:—Por favor, acepta seis mil monedas de plata.Naamán insistió en que las aceptara, y las puso en dos bolsos, junto con los dos vestidos. Todo esto se lo dio a dos sirvientes suyos, para que acompañaran a Guehazí de regreso.
24 Cuando llegaron al monte Carmelo, donde vivía Eliseo, Guehazí tomó los bolsos que llevaban los sirvientes de Naamán y los guardó en la casa. Después se despidió de los hombres.
25 Guehazí entró en la casa y se presentó delante de Eliseo, quien le preguntó:—¿De dónde vienes, Guehazí?—No he ido a ningún lado —contestó Guehazí.
26 Pero Eliseo le dijo:—Yo sé que Naamán se bajó de su carro para recibirte, pues yo estaba allí con mi pensamiento. Éste no es el momento de aceptar dinero, ropa, viñedos o huertos de olivos, ovejas, toros ni esclavos.
27 Y como tú aceptaste el regalo de Naamán, su lepra se te pasará a ti y a tu familia para siempre.Cuando Guehazí se separó de Eliseo, ya estaba enfermo de lepra. Su piel quedó pálida como la nieve.