3 Esa niña le dijo a la esposa de Naamán: «¡Si mi patrón fuera a ver al profeta Eliseo, que vive en Samaria, se sanaría de la lepra!»
4 Cuando Naamán se enteró de esto, fue a ver al rey y le contó lo que había dicho la niña.
5 El rey de Siria le contestó: «¡Ve enseguida a Samaria! ¡Voy a darte una carta para el rey de Israel!»Así que Naamán tomó treinta mil monedas de plata, seis mil monedas de oro y diez vestidos. Partió de allí,
6 llevando la carta para el rey de Israel, la cual decía: «Te envío esta carta para que sepas que Naamán, general de mi ejército, va de mi parte, y quiero que lo sanes de su lepra».
7 Cuando el rey de Israel leyó la carta, se angustió tanto que rompió su ropa, y dijo: «¡Yo no soy Dios! No puedo dar vida ni quitarla. ¿Por qué el rey de Siria me manda este hombre para que lo sane de su lepra? Seguramente está buscando un pretexto para pelear conmigo».
8 Cuando el profeta Eliseo se enteró de que el rey estaba tan angustiado, le envió este mensaje: «¿Por qué rompiste tu ropa? Deja que ese hombre venga a verme, para que se dé cuenta de que hay un profeta de Dios en Israel».
9 Así que Naamán fue con su carro y sus caballos, y se detuvo a la puerta de la casa de Eliseo.