17 Sabía también que las palabras de Su Majestad me calmarían, porque usted es como un ángel de Dios: ¡siempre sabe lo que se debe hacer! ¡Que Dios lo bendiga!
18 Entonces el rey le dijo a la mujer:—Te voy a preguntar algo, pero quiero que me respondas con toda franqueza.Y la mujer le dijo:—Dígame usted.
19 El rey le preguntó:—¿Verdad que Joab te pidió hacer esto?Y la mujer contestó:—Así es, Su Majestad. Joab me mandó a hablar con usted, y me dijo lo que yo debía decir.
20 Claro que él lo hizo para que se arreglen las cosas. Pero Su Majestad es tan sabio como un ángel de Dios, y sabe todo lo que pasa en este mundo.
21 Más tarde, el rey llamó a Joab y le dijo:—Voy a atender enseguida el problema de esta mujer. Tú ve y ocúpate de que vuelva mi hijo Absalón.
22 Joab se inclinó de cara al suelo delante del rey, y luego de bendecirlo le dijo:—Muchas gracias, Su Majestad, por haberme concedido lo que le pedí.
23 Luego Joab fue a Guesur y trajo de allá a Absalón, pero cuando éste llegó a Jerusalén,