5 Además, a los que se acercaban a saludarlo y se inclinaban ante él, Absalón los levantaba, los abrazaba y los besaba.
6 Y así lo hacía con todos los que iban a ver al rey. De esa manera, fue ganándose a la gente.
7-8 Así pasaron cuatro años. Un día, Absalón le dijo al rey:—Cuando yo vivía en Guesur, le prometí a Dios que si él me permitía volver a Jerusalén, yo iría a Hebrón para adorarlo. Yo te ruego que me dejes ir allá para cumplir mi promesa.
9-11 El rey le dijo que podía irse tranquilo, y Absalón se fue acompañado de doscientos hombres. Pero ninguno de ellos conocía los planes de Absalón. Desde Hebrón mandó a decir a todas las tribus de Israel: «Cuando oigan sonar la trompeta, griten: “¡Absalón ha sido coronado rey en Hebrón!”»
12 Mientras Absalón presentaba sus ofrendas a Dios, mandó llamar a Ahitófel, que era uno de los consejeros de David y vivía en la ciudad de Guiló. Mientras tanto, cada día era más la gente que se unía a Absalón, de modo que la rebelión contra David fue cobrando fuerza.
13 Un mensajero fue a decirle a David: «Absalón se está ganando la simpatía de todos los israelitas, y ahora ellos lo apoyan».
14 Entonces David le dijo a todos los asistentes y consejeros que estaban con él en Jerusalén:—Vámonos de aquí, pues de lo contrario ya no podremos escapar. En cualquier momento Absalón va a atacar la ciudad, y nos matará.