24-25 Desde que David salió de Jerusalén, y hasta que regresó, Mefi-bóset no se había lavado los pies ni la ropa, ni se había arreglado la barba. Sin embargo, cuando supo que David regresaba, salió de Jerusalén a recibirlo. El rey le preguntó:—¿Por qué no huiste conmigo?Mefi-bóset, que era nieto de Saúl,
26 le contestó:—Su Majestad, como yo no puedo caminar, le pedí a mi sirviente que preparara un burro para que yo lo montara. Pero mi sirviente me engañó,
27 y en lugar de preparar el burro fue a contarle a usted cosas que yo nunca dije.»Pero Su Majestad es como un ángel de Dios, y sé que hará lo mejor.
28 Cuando toda mi familia merecía haber muerto, usted me sentó a su mesa y me trató como si fuera de su familia. Yo no me atrevo a pedirle a usted nada, pues sólo soy un sirviente.
29 El rey le contestó:—¡No digas más! He decidido que tú y Sibá se repartan las tierras que fueron de Saúl.
30 Pero Mefi-bóset respondió:—Sibá puede quedarse con todo. Para mí, lo mejor es que Su Majestad haya vuelto sano y salvo a su palacio.
31-32 Barzilai era un hombre rico de Galaad, que ya tenía ochenta años. Cuando David estuvo en Mahanaim, Barzilai le había dado de comer. Ahora había venido desde Roguelim hasta el Jordán, para acompañar al rey y despedirse de él.