30 Pero Mefi-bóset respondió:—Sibá puede quedarse con todo. Para mí, lo mejor es que Su Majestad haya vuelto sano y salvo a su palacio.
31-32 Barzilai era un hombre rico de Galaad, que ya tenía ochenta años. Cuando David estuvo en Mahanaim, Barzilai le había dado de comer. Ahora había venido desde Roguelim hasta el Jordán, para acompañar al rey y despedirse de él.
33 El rey le dijo a Barzilai:—Ven conmigo a Jerusalén. Yo me encargaré de que no te falte nada.
34 Pero Barzilai le respondió:—Ya me queda poco tiempo de vida como para ir con usted a Jerusalén.
35 Tengo ochenta años, y no quiero ser una carga para Su Majestad. Ya no disfruto de la comida, pues no sé cuándo está buena y cuándo está mala, y ni siquiera puedo oír bien la voz de los cantantes.
36 Su Majestad no tiene que darme nada. Vine sólo para acompañarlo a cruzar el río.
37 »Yo le ruego a Su Majestad que me deje volver a mi tierra. Allí es donde quiero morir, para que me entierren junto a mis padres. Sin embargo, dejo al servicio de Su Majestad a mi hijo Quimham. Trátelo usted como mejor le parezca.